Te entregué mis ingles, paréntesis,
entre su sonrisa: acotado, acostado,
extendido, desatendido...
quedó el más, menos, infinito de mi sexo.
Te entregué la solución doble
de la gráfica de mis ojos,
la trigonometría de mis senos,
la derivada de mi boca,
los límites de mis brazos...
y hasta te quise convencer
de que hallarías en mí ombligo,
la imposible cuadratura del círculo.
Qué ilusa fui, resultamos ser un sistema
incompatible.
A ti, lo que te iban, eran las historias
de una noche de verano.
de una noche de verano.
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