Cae la noche como un desierto de
silencios.
Las sábanas de arena cubren bajo sus
dunas
el cofre entre los muslos, las caderas
de agua,
los pechos en el desmayo provocado por
el sueño.
Un hombro al aire, es piedra roma,
erosión de tiempo.
Cae la noche como un desierto desolado.
Las sábanas de arena tiritan de frío
su propio paisaje. Un cuerpo tibio yace
ajeno
a las horas cíclicas del desierto
en las que las alimañas despiertan,
y salen a alimentarse como vampiros
insaciables.