ESPALDA DE PAPEL

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Cádiz, Andalucía, Spain
canastera de versos, alma de mujer... deseo tener las alas de la poesía. Espero de ti amigo lector, me sigas por este mundo mágico de la palabra. Aquí mis sueños, aquí mis desvaríos desde la cordura y la locura de ese alma que pretende no serte ajena. Espalda de papel. A flor de agua. Con el alma en pie. Blog© 2008

martes, 12 de enero de 2010

Las dudas de Doña Inés.





De lo que aconteció a Doña Inés tras la partida de Don Juan.




Hoy me pregunto Don Juan…
¿No serás tú aquel Tenorio
diestro en el arte amatorio
apostado en un diván,
de almas que correrán
conmigo la misma suerte?
Empeñada en retenerte
muerte doy a mis desvelos,
al fuego arrojo mis celos
y te adentro hasta tenerte.

Qué locura si a mentiras
me enredaste el pensamiento
Yo que entrego el sentimiento
hasta al aire que respiras.
Qué es de mi boca si expiras
desprendido de mi instante.
Qué de mi sexo anhelante,
de mis pezones sin dueño.
Dónde guardaré este sueño
de un amor tan desbordante.

Sirva tu capa señor
para quedar protegida
cual novicia guarecida
en tu convento de amor.
Alejada del color
esta Inés, alba, desnuda,
contiene al rostro que muda
en mi sonoro silencio.
A muerte yo me sentencio,
si se confirman mis dudas.

De lo que pudo acontecer a Don Juan Tenorio tras la salida del convento.


En la noche iluminada
bajo la luz de la luna,
reconozco cual ninguna
el brillo de aquesa espada,
mas…la mirada extraviada
porta mi amigo Don Juan.
De seguro el muy truhán
veló por lance amatorio;
que es famoso Juan Tenorio
por tenorio,… y por don Juan.


¡A mis brazos fiel amigo!
Decidme, por qué en deshoras,
si aún no apunta la aurora
venís a topar conmigo;
imaginar no consigo
qué hacéis lejos de un diván.
¿Dónde las dieron las dan
y os desairó la novicia?
¿No sucumbió a las caricias
de tan altivo galán?


¡Albricias Diego Tortosa!
te recibo agua de mayo,
pues entró mi alma en desmayo
y arrastro como una losa
la acometida ardorosa
con que profané su altar.
Vi la luz de su mirar
y en su rostro, la ternura,
fueron sus labios cordura
de mi locura sin par.

Apoyado en mi rodilla
hechizado por la luna
con una luz cual ninguna
cubriendo toda Sevilla,
yo quise ser la barquilla…
remero de su convento…
¡Oh qué dulce mi tormento
ya prendido en su semblante!
reconociendo al instante
por su amor mi sentimiento.


Entonces…, a las palabras de amor…
¡sucumbió!

¿Y a tu abrazo…?
¡Se entregó!

¿De sus labios…?
¡la bebí!

¿En tu afán de enamorado…?
¡Amado!

Y…¿qué fue de la pendencia?
¡Mi sentencia!

Y…¿ la apuesta por ganar?
¡A pagar!

¡En su sonrisa viví
y estoy dispuesto a morir
Si no conservo su amor!



Pues,” a quién Dios se las dio
San Pedro se las bendiga”
mas no faltará quien diga
que de nuevo Juan mintió,
y que su amor prometió
a la que del albo asoma;
ya que de Sevilla a Roma
os tendrán por un villano,
y no por diurno milano
conquistado por paloma.