Llévate un fragmento de mi alma,
compón para ella una oración que yo
con liviana melodía, repita en mis rezos.
Una oración,
un ciclo recurrente donde lo efímero de una plegaria
se eleve y diluya, en la respuesta eterna del Universo.
Como en una letanía nómbrame Roma
que yo repetiré: Amor.
Al fin y al cabo no desaltera el orden de las letras
el orden de la vida, ni entrará el universo en el caos profundo
si me exilio tras mi rezo,
a la ciudad de los templos derrumbados,
porque es en la piedra donde reside lo imperecedero.
Un canto romo de siglos y una oración,
habrán de ser mi único ajuar cuando muera,
pero mientras viva,
el aura de tu oración me envolverá en su mantra,
y será en mi puño cerrado donde retendré la piedra
que es fortaleza, que es ansias de vivir, que es fe,
que es tiempo que paso por el tiempo
pero jamás ruinas
para los ojos sabios que la contemplan sabiendo,
que alguna vez,
formó parte de un bello capitel, en la ciudad de los templos elevados.
Así me quiero: oración, piedra, tiempo, capitel...
del hermosísimo templo de tu memoria.
El Encantamiento De La Bruja Brújula
Hace 11 años
2 comentarios:
Estupendo poema Gadeira, que canta a lo imperecedero, a los capiteles, las oraciones y los fragmentos de alma. Hay momentos en que los poemas se sienten mas que en otros, la palabra aguda se cuela por la rendija abierta, indefensa y se instala en su efecto. Este es uno de esos momentos para mi, especialmente instalado en los fragmentos de un tiempo que, de repente, ya no parece serlo. Tan lejos de la vida, tan lejos de la muerte...
Besos y enhorabuena por la poesía
Estimado amigo, gracias por tu comentario en mi poesía y sobre todo, gracias por tu presencia. Siempre bienvenido; siempre bien hallado, Fernando.
Un abrazo.
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