Para que me reconozcas, tengo todo el tiempo del mundo.
Viviré mientras tanto, esta noche inconclusa
a jirones desgarrada.
Fingiré la inocencia del gamo sediento junto a un río de fauces,
que no se sabe en peligro,
y bebe.
Sosegaré con tus versos leídos desde lejos,
el dolor que no calman estas horas cinceladas, preciosísimas
a recuerdos.
Sostendré la pesada carga de amar a solas
siendo las alas del amor tan leves,
como las leves alas, son de las mariposas.
Piénsame tú mientras tanto, la mirada a las claras del día,
los párpados cerrados ante la noche del beso.
Piénsame tú los pechos desnudos, blancos,
llenos... rotundos entre tus manos.
Piénsame serena,
o altiva, como velamen henchido de vientos favorables.
Piénsame de labios sedientos y aliento por profanar.
Piénsame las manos que esperan y mídeme las fuerzas arreciando temporales.
La espalda recia, el deseo, la ternura quebradiza…
Ve pensándome tormento de mis tormentos; Y así, de poco en poco,
de aquí a que me reconozcas, en tus adentros, lugar de las verdades,
yo habré crecido a tu medida.
Para cuando me reconozcas por entero,
tendré de ti la forma , los pensamientos;
de mi, tan sólo la mujer y las mil y una noches venideras,
a jirones inconclusa.
El Encantamiento De La Bruja Brújula
Hace 11 años